Copa Revancha. Boca 1 (1) - River 1 (3)
Otra vez. Había vencido en Mar del Plata y anoche derrotó a Boca en Mendoza. Luego del empate 1-1, se impuso por 3-1 en los penales.
Y River no para
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Fue, al cabo, una continuidad de lo que había sucedido en Mar del Plata, el día en que River -con algunos de sus pibes- sorprendió a Boca y empujó a Alfio Basile a la despedida. Porque incluso sin brillar, se mostró más activo, más intenso, más metido. Boca también fue en el inicio el mismo que en el último encuentro del Coco: un equipo que corría detrás del rival y de sus propias confusiones.
Con Ariel Ortega de enganche. River trató de apostar a la movilidad de sus delanteros Gustavo Bou y Rogelio Funes Mori y también a los errores que -en los últimos tiempos- Boca suele exhibir en su defensa. Un ejemplo al respecto: una de las llegadas más peligrosas de River, a los 26 minutos, nació de un mal rechazo de Breyner Bonilla y obligó a Roberto Abbondanzieri a ganarles un doble duelo a Bou y a Funes Mori.
Pero de a poco River se fue ahogando y fue perdiendo continuidad y profundidad. Para colmo, esta vez no tuvo la contundencia del Superclásico anterior. Entonces, con la solvencia de Ariel Rosada en el medio, Boca comenzó a rearmarse. Y así fue emparejando el desarrollo sin ofrecer demasiado.
En ese lapso, el equipo de Abel Alves cuando llegó, golpeó: a los 31, con un desborde de Pablo Mouche por la izquierda (a lo Guillermo) y con un cabezazo fortísimo de Lucas Viatri (a lo Palermo) se puso en ventaja a contracara de los méritos acumulados.
Pero el Boca de los últimos tiempos no ofrece garantías en ninguna circunstancia. Tampoco cuando se pone en ventaja al amparo del azar. River -ya en el inicio del segundo- fue tras los pasos del empate y de seguir complicando el traumático presente de su archirrival. Y así, en esa búsqueda, el equipo de Leonardo Astrada encontró el 1-1. Funes Mori se la bajó a Bou y el siete bravo de River -¿la acomodó con la mano en primera instancia?- encaró y definió ante la salida de Abbondanzieri.
No tuvo -sin embargo- grandes luces la actuación de River. Boca -con poco, con casi nada- le propuso un partido luchado. Y así aconteció. Se jugó poco o nada. Se fue perdiendo ritmo; ninguno de los dos supo por dónde o cómo buscar. Para colmo, sobre el final, crecieron las fricciones (con la expulsión de Hugo Ibarra como máxima expresión). Así llegaron hasta el empate y hasta los penales. Y allí, River -otra vez River- se quedó con la fiesta.