Con dos toques de Salvio, Lanús dejó golpeado a River
PERDIA EN EL MONUMENTAL Y LO DIO VUELTA CON DOS ESTUPENDAS DEFINICIONES DEL CHICO QUE SURGIO DE LAS INFERIORES
No pasaba nada y Fabbiani puso en ventaja al local. En los 10 minutos finales, el Granate lo liquidó.
Fue insuficiente lo de River en su debut en la Copa Sudamericana. En el resultado, porque Lanús lo derrotó 2-1 y lo obligó a ganar de visitante en la revancha por dos goles (el 17/9, en Guidi y Arias). Y en el juego porque ofreció las mismas dificultades que en sus traumáticos meses recientes. Ni siquiera lo salvaron esta vez los espasmos creativos de sus individualidades más destacadas.
Hay un River que trata de salir de las penumbras del último semestre, que intenta, que quiere. Pero que no le sale. O que, ocasionalmente, vislumbra alguna mejoría, aunque no mucho más. Fue una continuidad de la pretemporada la actuación de River frente a Lanús. No tuvo, a nivel colectivo, un rendimiento confiable. Encontró, otra vez, en un par de individualidades lo mejor en términos ofensivos. Los retazos de talento de Ariel Ortega más los destellos de Diego Buonanotte generan los momentos de mayor entusiasmo de River en el primer tiempo. Con un recurso que conocen en detalle: la gambeta. No les sirvió, de todos modos, para vulnerar a un rival que se conoce, que juega con un libreto similar desde hace varias temporadas.
No hay dudas de que este River tiene otra actitud: los jugadores, ahora con la certeza respecto de quiénes son los líderes, saben la camiseta que llevan y el significado que eso tiene. River debe protagonizar. Sobre todo en el Monumental. Pero no hay tantas señales positivas al momento de la ejecución. No es tan distinto este River que nace que aquel River que padeció en lo que va del año.
En tal sentido, Cristian Fabbiani es un caso paradigmático: quiere, se esfuerza, intenta, juega con intensidad. Pero no produce nada. Va, choca con torpeza, no tiene aquella gambeta de papy fútbol que exhibía en sus buenos días en Lanús o en Newell's. Dijo que quería ser el goleador de River y llegar al Mundial de Sudáfrica. A juzgar por la primera puesta en escena, ese primer tiempo, está tan lejos de las dos cosas como en el torneo pasado. Pero si se considera ese golazo relevante, a los 23 minutos del segundo tiempo, habrá que empezar a creer River puede asustar a todos con el Ogro. Se paró en el borde del área, miró, apuntó, la pelota pasó entre dos jugadores rivales e ingresó junto al palo izquierdo de Mauricio Caranta.
Lanús, sin demasiado, lo complicó por momentos. El equipo de Luis Zubeldía no encontró ese volumen de juego que fue motivo de elogio en la última temporada. Sin embargo, con Eduardo Salvio como principal protagonista, se pudo haber ido a descansar en ventaja. El joven Toto pegó un tiro en el palo y contó con un mano a mano que Daniel Vega (con una notable atajada) evitó que se convirtiera en gol.
Incluso en desventaja, el equipo visitante no salió de su plan austero. Ingresó Pelletieri por el delantero Salcedo. Y, curiosamente, en vez de retroceder, mejoró la calidad de la posesión. Y resolvió el partido en diez minutos con dos apariciones explosivas de Salvio. En el empate, aprovechando un pase precioso de Eduardo Ledesma y en el segundo, en un contraataque tras un error del debutante Maximiliano Coronel (hizo un buen partido, pero falló en dos jugadas decisivas). Así, apostando poquito, Lanús dejó a River sin nada. Vacío, como en su última temporada.